02 octubre, 2006

Yippi kay-jay hijo de puta

Observen esta imagen:

¿Qué os parece? Bueno, muchos de vosotros pensaréis, insensatos: “baj, otra pútrida peli de acción de Bruce Willis, qué mierda de interés tiene eso?”. No, no es solo “otra peli de Bruce Willis”, es la primera imagen de la esperadísima “La Jungla de Cristal 4, el retorno de John McClane, el poli facha que ya ha salvado al mundo en tres ocasiones de peligrosos terroristas extranjeros, esta vez más calvo y desmejorado que nunca; un regreso cinematográfico que me pone los pezones de punta de la emoción. Es puro cine de acción de los 90, señores.

Qué gran héroe Bruce Willis, y qué grandes sus interpretaciones en la trilogía en cuestión, y qué pena que daba poniendo cara de atormentado en las pelis del Shyamalan. En Die Hard (aquí traducido como La Jungla de Cristal, ole sus cojones), unos terroristas muy malos que no se qué querían secuestran un rascacielos entero, con la mala suerte de que John McClane estaba por ahí de visita, y entre cigarro y cigarro se los empieza a cargar uno a uno mientras va soltando chascarrillos y frasecitas míticas bastante absurdas como “Yippi kay jay, hijo de puta”, “Ho-ho-ho ahora tengo una ametralladora” y demás estupideces que se han quedado grabadas en el hipotálamo del cinéfilo frikón más por su reiterado uso en los videojuegos pútridos basados en las pelis que por las propias pelis en sí. Y bueno, el resto del argumento ya lo sabréis todos: al final peta el tejado pero él se tira atándose a la manguera de incendios y se carga a Alan Rickman con alguna gracieta y salías del cine satisfecho y seguro sabiendo que había alguien por ahí que se cepillaría a los malos antes de que éstos llevasen sus pérfidos planes a cabo.


Años después, ya en los 90, el director John McTiernan cede la batuta a un Renny Harlin salido de Pesadilla en Elm Street 4, quien se enfrentaría airoso a la dura tarea de hacer una digna secuela de La Jungla de Cristal. Die Hard 2 (aquí traducido como La Jungla 2, porque claro, ya no habían tantos cristales: estaban en un aeropuerto), era más de lo mismo pero más cargado de bombo, con un tio cachas como Némesis de McClane que iba estrellando aviones si no liberaban a no se quien. Fijaos bien: en la primera petan un rascacielos y en la segunda aviones, ¡ni Nostradamus profetizó tan bien el 11-S! Por suerte, en el aeropuerto estaba Bruce Willis esperando a su piba, y se los vuelve a cepillar a todos, e incluso ilumina una pista de aterrizaje con un mechero y un poco de gasolina.

La tercera entrega era tan innecesaria como inevitable, y quizá por esas casualidades e improbabilidades hollywoodienses, para mí es la mejor. Y si no fijaos en su argumento: Jeremy Irons empieza a poner bombas por la ciudad, y obliga a McClane (acompañado por Samuel L. Jackson, que aquí hacía de su “compañero negro” Zeus, el de no me toques las pelotas o te meto un rayo por el culo –definitivamente se han perdido los buenos diálogos desde entonces-) a realizar una serie de tareas, como meterse en el Bronx en bolas con un cartel de “odio a los negros”, hacerle ir de una punta a la otra de la ciudad corriendo, o proponerle rompecabezas y enigmas mientras él se ventila el oro de los bancos y se lo lleva en camiones (sí, sí, como la conspiranoia del 11-S). Y encima al prota le ha dejado la mujer, va todo el día con resaca y con su característica camiseta de tirantes roñosa.

La peli estaba dirigida por el director de la primera, John McTiernan, que volvía a la franquicia para cerrarla definitivamente, cosa que no ha conseguido, porque la cuarta se estrenará en junio del año que viene, realizada por Len Wiseman (el que se tira a Kate Beckinsale), y que esta vez va de piratas informáticos que quieren destruir los ordenadores del gobierno estadounidense, o alguna pollada así.

La verdad es que, siendo sinceros, peor pinta no puede tener. Pero qué más da, mientras salga Bruce pegando cuatro tiros, soltando chascarrillos y fumándose un par de pitis, saldremos todos contentos del cine.

La verdad es que comentando este ansiado estreno con nuestro compañero el Agente Pitiminí, nos ha venido a la cabeza esa otra gran película de Bruce Willis y dirigida por Michael Bay titulada Armageddon, con esos petroleros catetos viajando al espacio, con ese asteroide que desvían de Texas para que vaya a estrellarse a París, o esas grandes líneas de diálogo como “Oops, ¡nos hemos cargado la MIR!”. Una película que además contiene grandes anécdotas internas, como que Ben Affleck, suponemos que más listo que el resto (que escribió El Indomable Will Hunting, oigan!), le preguntó a Michael Bay: “¿y no sería más fácil para la NASA enseñar a los astronautas a excavar que coger a excavadores y convertirlos en astronautas?”.

¿A que no sabéis lo que le contestó Bay?

Le dijo: “Shut up!”