14 noviembre, 2006

El coñazo de ir al cine

El otro día (hace varias semanas, vamos) fui al cine a ver El Laberinto del Fauno, una película lo suficientemente buena como para no parecer española (los actores casi no sobreactúan, ¡oh! Y tiene FX!). Lo que más me impactó de ir a ver esa peli no fue el monstruito de los ojos en las manos, ni ver a un catalán haciendo de facha franquista, no. Lo que más me impactó fue tener que aguantar los comentarios de la puta pedorra de al lado, que no dejaba de emitir obviedades en cada puta línea de diálogo, comentando el film entero con el calzonazos de su novio como si de un horripilante extra de DVD se tratase.

Ésta y otras muchas tocadas de cojones en el cine han servido para que nuestro compañero El Jardinero Follarín elabore este bonito bluffartículo que no tiene desperdicio, haciendo además un ameno y entretenido repaso por las gilipolleces más escuchadas en los multisalas. Ahí os lo dejo.


-EL JARDINERO FOLLARÍN-

Hoy en día, ir al cine se está convirtiendo en una nefasta experiencia sólo comparada a recibir una invitación de una boda o irse de vacaciones a Ibiza. Desde que estos templos de cinefilia y arte (y serie B, of course) desaparecieron de las urbes y se concentraron en esos espacios denominados “centros comerciales” (lugares donde padres babosos con carritos desafiando estudios de baja natalidad, parejas de novios aburridos y domingueros dan por el culo al pobre inocentón que sólo quiere comprar), el noble arte de aplastar los cojones en un relativamente cómodo asiento se ha vuelto, como hemos dicho, un verdadero infierno y un porculo de proporciones cósmicas.

Todo esto se debe a unos infraseres que jamás han pisado un cine o en su defecto, llevan años sin pisarlo y que sólo por el hecho de encontrarse la pantalla blanca dentro del recinto lúdico, deciden infectarlo con su presencia. Es curioso este hecho, pero uno apostaría que si en los centros comerciales colocaran abrevaderos de mierda o lluvias doradas, este tipo de gente saldría (y encima contenta) empapada de estos dos fluidos, sólo por el hecho de que estén ahí y no en otro lugar.

Afortunadamente, este catálogos de monstruos lovecraftianos una vez rota la entrada, se reparten por las salas a las que un buen cineblúfilo jamás entraría: “Vecinos invasores, sala 5, “Mi Super ex-Novia, sala 10 o “Dead or Alive, sala 59. Sin embargo, debido a la ingente cantidad de este tipo de personas y debido a que millones de padres ignoraban el concepto de anticonceptivo en las décadas 80/90, no podremos dejar de sufrir en nuestras carnes durante el metraje de la cinta este tipo de perlas:

“Ja, ja, ja.”: expresión de júbilo en teoría positiva que en boca de pelobúhos que a esas horas deberían estar haciendo el subnormal en una discoteca, se convierte en un grito gutural al ver por enésima vez un pútrido spot de móbil supuestamente gracioso como si fuera la primera vez.

“Esa ya la he visto yo, jeje”: dicha por el gracioso turno al ver el logo de Metro Goldwyn Meyer sin darse cuenta que el gag está más escuchado que el chiste de mis tetas o “si hay que ir se va” de los Cruz y Raya.

“¡Shhhht, que empieza!”: Frase de equívoco significado, pero que nos avisa de que el que la pronuncia no va a parar de dar por el culo durante toda la película.

“Ese es el prota”: Dígase cuando en una película de Josh Harnett o Aston Kutchner (o algún que otro actor relativamente conocido), éste aparece por primera vez en pantalla.

“Ese me suena.”: Generalmente es un secundario tipo Tom Sizemore, Stanley Tucci o (ya que estamos...) Tom cruise.

“¡Que tío más bueno!”: Frase por defecto dicha por una niñata de quince años o una treintañera en cuanto ve aparecer un trozo de carne del prota de turno.

“¡Uaaaalaaaaa!”: Según el diccionario pelobúho-castellano; castellano-pelobúho: “Qué escena tan impactante o vaya par de tetas.”

“¡Vaya trola!”: Dígase cuando Milla Jovovich o Angelina Jolie atraviesan una vidriera en moto disparando a dos manos en diversas cabriolas, pero no cuando Superman vuela, o cuando el feo se queda con la guapa.

“¿Qué ha dicho?”: Frase mítica que ya viene con la entrada pronunciada cuando este tipo de personas se le escapa un diálogo. No es que en ese instante el volumen este bajo, sino que la frase la suelta aleatoriamente en cualquier minuto del metraje. Se le perdona cuando la película es española y/o protagonizada por Javier Bardem, en ese caso la pronunciamos todos.

“A que el malo es él…”: Avispado apunte que suelta la petarda de turno a las dos horas y media de metraje, cuando ya se sabía desde la primera escena en la que sale Sean Bean.

"Ese muere": ni Nostradamus acertó tanto como esta zorra al ver que el compañero policía protagonista es NEGRO.

"Nueva York": nos informa que al contrario de lo que creíamos todos, la Estatua de la Libertad no se encuentra en Zahara de los Atunes.

"Eso es pensando, ¿no?": Frase que acompaña a uno de esos flashbacks, precedidos con un movimiento de cámara rápido, el personaje con cara de shock, la música alta y un flash en pantalla.

"Hala! Spielberg!": frase que oiremos en los créditos finales de Indiana Jones IV, si algún puto día decide hacerla.

"Abogadoooo, abogadooo!! Jajaja": Nos informa que Robert de Niro ha aparecido en pantalla. Curiosamente la dicen sin haber visto El Cabo del Miedo, ¡el milagro de la televisión!

"Que fachas": Dígase cuando en una escuela o base militar norteamericana aparece la bandera norteamericana y no (por ejemplo) la de Barbate.

Una vez salidos del cine, nos encontramos otras joyitas dignas de aparecer aquí:

“Muy fantástica”: Respuesta al entrañable “¿Te ha gustado?” tras salir de “X-Men”, “La venganza de los Sith” o “Hellboy” por alguien poco habituado al cine fantástico. Curiosamente al salir de una película de guerra no dicen “Muy violenta” o de una comedia, “muy cómica.”

“No parece española.”: dijo uno que al ver que en “Blade II” salía Santiago Segura.

“Te partes el culo.”: en cualquier entrega de Scary Movie o, total, en cualquier comedia con poster de fondo blanco.

“No me acuerdo muy bien.”: Frase que te dicen al preguntarle al dia siguiente de qué iba la película. Si les preguntas por el título de la misma te dirán: "Es que no me quedo con los títulos", y si te interesa saber al menos quién la protagonizaba, replicarán con: "a mí es que el nombre de los actores...", a lo cual cabría preguntarse: ¿para qué cojones van al cine esta gente?

"Que mierda de peli, no?" Señal de alerta, si más de una persona la pronuncia al salir de una sala, no importa la peli que vayas a ir a ver, cambia tu entrada si hace falta, pero por el amor de dios, entra en esa sala, ¡se está proyectando una obra maestra!

"No me he enterado de nada". Significa que la película no está montada en orden cronológico.

"Cari, es que siempre vemos las que a ti te gustan". Frase lapidaria e hijoputesca que suele pronunciar el componente femenino de una parejita veinteañera. La trampa está en que su criterio cinematográfico se forma en tiempo real con las películas de la cartelera que su noviete no está dispuesto a ver. Infalible.

"Es que a mi tanto bicho...": Dígase cuando en "El señor de los Anillos" o "Star Wars" uno espera encontrar zaragozanos y almerienses en lugar de orcos y wookies.

"Es una mierda, no te ries": Cruz que tiene que soportar Jim Carrey a cambio de protagonizar obras maestras como "El Show de Truman" y "Olvídate de mí"

"¿Pero no era de risa la peli?": los hermanos Cohen, esos grandes incomprendidos.

¡Ah! ¡El DVD, que gran invento!

08 noviembre, 2006

El creador de Dead or Alive denunciado por acoso

Felaciones, orgías, sodomizaciones… esas tres palabras se pueden resumir en una: sexo. Y ésta, a su vez, controla el mundo en todos sus sentidos y a todos los niveles, ¡una “achurrupaílla” puede sustituir a un presidente por otro y provocar miles de bajas civiles, cuidado! El mundillo del videojuego no se queda ajeno a los deseos carnales, y noticias de perversión y obscenidad nos llegan desde el país del sol naciente, el pionero en el mundillo del software de entretenimiento, cosa que no nos extraña si tenemos en cuenta la represión sexual que experimenta la sociedad en cuestión (valga poner “hentai” en el Google para comprobarlo).

Tomonobu Itagaki (aunque también podría decir Katanawe Kakacola y os quedaríais igual), el creador de la saga Dead or Alive, ha sido denunciado por una extrabajadora de Tecmo, quien asegura que tres años atrás, el padre de las voluptuosas féminas del arcade en cuestión empezó sus actos de acoso en un taxi, donde el pichacorta le metió la lengua hasta el esófago a la fuerza después de declararle su amor (qué romántico). Confiado de su inmunidad como “creador”, el japonés continuó sus asedios, cruzándose con su víctima en medio de los pasillos y bloqueándole el paso para luego abrazarla creyéndose el osito de mimosín. Así continuó incluso en un hotel en Los Angeles durante la feria del E3.

Aunque la ley dice que todo el mundo es inocente hasta que se demuestre lo contrario, también dice indirectamente que el que tenga una mejor posición social tiene más facilidades para que no se demuestre lo contrario; así que nosotros nos tomamos la justicia por nuestra mano como buena prensa sensacionalista que somos, y señalamos con el dedo índice de la misma al señor Tomonobu. Para nosotros no cabe duda: ¿quién sino un pajillero acosador y salido (amén de enfermo mental) iba a realizar un juego cuyo único encanto es ver cómo bambolean las tetas de las luchadoras mientras propinan patadas que hacen elevar sus ínfimas falditas para que se vislumbre la braga?

Así pues, exigimos la mayor pena posible para este señor reconociendo, no obstante, cierto valor en sus obras, puesto que se trata de un buen material para que niños aficionados a los videojuegos comiencen el eterno y sano ejercicio de cascársela.

Pero aunque los japoneses sean unos auténticos salidos huele-bragas de universitarias, el acoso sexual en el mundo del videojuego no es exclusivo de ellos, y sin ir más lejos, en España, también hay quien realiza prácticas similares dentro del sector del ocio interactivo. Estamos hablando de Nacho Ortiz, editor de contenidos del canal consolas en la popular revista digital Meristation. También conocido como “Spidey”, el afamado redactor utilizó el teléfono de su habitación en un hotel durante un evento organizado por Nokia para establecer contacto con una relaciones públicas de la compañía e incitarla a subir a su habitación, hallándose el sujeto en soledad y con la líbido por las nubes. Meristation ha presionado a la compañía para que desmienta las informaciones, pero nosotros no nos lo creemos, ya que el señor Nacho no es virgen en esto del escándalo y la corruptela (en lo otro seguramente sí), pues también está relacionado con comentarios de extrema derecha (con cierta hostilidad hacia los catalanes) y plagio de artículos.

Todos estos delitos y algunos más vinculados a la todopoderosa Meristation los podréis leer en la próxima entrada de The Bluff titulada “Meristation y el enanito ladrón de la extrema derecha”, una apasionante investigación que muestra una visión sórdida (pero real) de los podridos entresijos del magazine de Pep y compañía que no dejará indiferente a nadie.

Hasta entonces, a cuidarse.